martes, 7 de enero de 2014



LUNES. Desde que no veo a Cristo y la Biblia como La Verdad, no pude amarrarme a ningún ismo. No logré que ninguno me justificara el paso por la tierra. No me he atrevido a semejante parcialidad. En clase, hace unos años, el profesor U. explicaba que la teoría literaria es como una casa que, en su frente, tiene varias puertas (cinco, supongamos), y uno se asoma y observa por el ojo de la cerradura de cada una de esas puertas, y detrás de cada puerta ve una parte la casa, y puede describirla y nombrarla, y de hecho lo que dice es correcto, pero no está viendo la casa, si no, una parte de ella; eso es la teoría literaria. Se me hace que eso, también, es la Biblia, o Jesús, o las historias que se cuentan en los pueblos, o el comunismo, o el intendente de mi ciudad y los puentes y anfiteatros y fuegos artificiales portentosos y “lasvegados” que él concreta. Yo no puedo amarrarme a un ismo. Además (sobre todo, y por fortuna y voluntad), he aprendido a no necesitar ese tipo de amarras. Puedo decir mi nombre sabiendo que es sólo una palabra, sin que esa fugacidad y esa relatividad me perturben ¿por qué hay que creer en “algo”, sí o sí? ¿de dónde esa urgencia de tener a quien obedecer, a quien responsabilizar de nuestros actos y arrepentimientos, cómo es que nuestro deseo, asumido con la clara y enorme y frágil humanidad que nos baila en los huesos, cómo es que ese deseo nuestro de cada día no nos sea pan suficiente para comer alegremente y no desfallecer, no nos alcance para fabricarnos un nombre propio sobre el planeta, con el cual sepamos amar al humano que nos pasa por el lado y nos atraviesa la columna, el hipotálamo? Yo no puedo amarrarme a ningún ismo. En todo caso, soy un sismo.
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Mi amiga S. me habló de Ignacio de Loyola. Dijo que él pensó unos ejercicios espirituales que consisten en autocontemplarnos hasta descubrir qué cosas de las que hacemos provienen de nuestros manantiales y cuáles de nuestras heridas. Aquellos actos impulsados por heridas que traemos del pasado son acciones enfermizas. Las otras, no. Para potenciarnos, expandirnos por ahí hasta donde ni lo imaginamos, deberíamos actuar y decidir desde nuestros manantiales, desde nuestro pedacito de luz. Ella quiere amar a una mujer sin que se la mal observe por eso. Me parece noble y valiente. La envidio. Pero me pregunto ¿no estará buscando quererse a sí misma? ¿no estará buscando en otras mujeres a la madre que la abandonó? Y si es así ¿cuál es el problema? La tristeza, en última instancia, es para quienes se resignan a vivir sin madre y no dejan de extrañar su teta pero tampoco se animan a sacarla del ataúd y apuñalarla ¿cómo puede un humano ser feliz sin matar a su madre luego que ella decidió destetarlo, abandonarlo y/o irse a la muerte? Felices los matricidas, porque ellos recibirán un abismo que los volverá incomprendidos y hermosos.

4 comentarios:

  1. te creo las dos cosas, mauro: que no te podés amarrar a ningún "ismo", por suerte, y que sos un " sismo" espiritual buscándote, también por suerte, todo el tiempo. y tu búsqueda, es lo que nosotros podemos conocer de vos, lo que mostrás. me gustó el texto, tan vos. te quiero. feliz vida, feliz añoi. susana zazzetti.

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    1. susana!!! gracias por espiarme con esa sensibilidad y leerme con ese corazón. tmb te deseo un continuo feliz cumpledía.

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  2. Me gustò mucho tú lunes, ese no aferrarte a ismos... pero me uqeda una duda: ¿Por qué te defines, entonces como un ismo? No me lo creo...
    Carmen

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  3. muchas gracias, carmen!! me "defino" como un "sismo". no sé bien por qué ¿es que hay a chance de que sepa algo "bien"? pero puedo decir palabras sobre eso: ocurre que no sé si algo puede ser definido. cuando uno quiere definir algo, ahí mismo, ya cayó en la trampa. nombrar la cosa no tiene que ver con la cosa, si no, con una necesidad nuestra. digo: las cosas no son los nombres que les pusimos, el lenguaje no nombra-ontológicamente hablando-. pero, bueno, creo, tmb, que vivimos de las palabras, estamos hechos de ellas, y parece que necesitamos nombrar y nombrar. por eso escribo, como diciendo si no queda otra, si hay que hacerlo: "en todo caso soy un sismo". y, además, la palabra sismo es una palabra que no está quieta, es la crisis, la ruptura y su posterior y distinta acomodación, es lo no estable. no se inventó, creo ,la máquina de prevenir todos los sismos. por eso, con esta manía de nombrar y, sobre todo, nombrarme, se me ocurre nombrarme como un sismo, carmen. estoy agradecido y contento con tu lectura y comentario. saludos!!!

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