lunes, 11 de noviembre de 2013

CARTA A GRACIELA

Porque yo puedo usar la misma palabra para decir distintas cosas, así como puedo usar las mismas manos para mirarlas como ramas o para apagar la luz junto al río. Yo leo “zamba para no morir” y, aunque todo parece indicar que “zamba” habla de un género musical, de un baile que nace del pecho que anhela algo, yo, aun así, no pude evitar pensar ese “zamba” como un verbo: así como alguien canta, como alguien saluda, como alguien espera; también alguien zamba. Y zambar es hacer algo, y algo que se hace contra la muerte, o porque la muerte, o visto que la muerte. En un renglón escribí tres veces la palabra muerte, y siento que profané algo, y que estoy haciendo el ridículo. Con nombrarla una sola vez bastaba. Mentira, nunca nada basta para la muerte. Y decir mil veces la palabra muerte es nada hasta que es ella la que se pronuncia cerquita de uno. Porque la voz de ella es la que afina los nombres. Cuán otro sería yo si ella me dijera. Me va a decir, no lo dudo, pero aún no me ha nacido de su vientre hinchado. Yo sé que hace veinticinco años estoy por morir. Y quizá las palabras sean esta cintura con la que zambo. Y zambo Dios y zambo Sartre y zambo Nuevos Testamentos y Viejos quejidos y zambo sexo entre mujeres que ponen un desierto en mitad de mi nombre.

¿Qué haremos, Graciela, con nuestra espina dorsal? ¿en qué hospital podremos internarnos la sombra para irnos de paseo al banco de una plaza? ¿cómo educaremos al bichito en nuestra columna vertebral-alma, si se quiere-para que, una vez que haya cesado el cuerpo, vaya hasta el banco de donación de ideas a dejar un palabra nueva? ¿a quién donaremos la tercera parte de nuestro esqueleto si cada vez hay más perros en la calle? No sé, Graciela, no me preguntes. Vos dejame zambar. Hay algo de antropología espiritual cada vez que mis palabras giran, una teología fabricante de humanos que van a esperar el amanecer hasta que lo inventen tomando cualquier mate. Yo sé que no esperás que diga algo, pero, si te ha dejado de doler la muela ¿querés zambar conmigo?