viernes, 14 de enero de 2011

SON MI VIDA


Nos causa pánico pensar que la anomia nos empape el cerebro, es mejor creer que el mundo estaba ahí y Adán le puso nombre, esas son las cosas que son y estos son sus nombres, sencillo, necesario, barato, ahora se puede sentar a ver televisión tranquilo con la sola preocupación de acomodar bien el sillón para apagarle ese chillido enloquecedor, agudo, Y a Adán quién le puso nombre, Es obvio que Dios, Y a Dios, Dios, Y cómo sabe Dios que se llama así, preguntó uno, quién le enseñó su nombre, y en qué idioma se llama Dios, y en qué idioma llama a los otros, y qué son las palabras, preguntó, porque si Dios llamó así a Adán entonces él habla, pero yo creía que las palabras eran el intento desesperado, el manotazo de ahogado como quien dice, de los humanos para aprehender la supuesta realidad que supuestamente les rodea, pensaba que eran el intento de no enloquecer de aquellos que nada saben y todo lo tienen que aprender, porque si Dios es él entonces simplemente todo el tiempo sabe todo, está sabiéndolo todo, está conociéndolo todo, y no necesita nombrar algo para que exista , Pero sin las palabras nos quedamos sin mundo, se conoce el refrán al pan pan y al vino vino, lo que no tiene nombre no existe, O sea que sólo existe eso que nombramos, O sea, Te desnombro, ya no existes, No puedes, yo sigo aquí aunque no me nombres, Entonces lo que dijiste es falso, o sea que tu mundo es el que nombras, y quizá pusimos nombres a cosas que no existen y todavía no nombramos otras que sí, que las hay, y son sólo palabras, conceptos, Son mi vida, contestó, son mi vida.

martes, 4 de enero de 2011

ENARBOLADO ANTROPADO ETCÉTERA ETCÉTERA


Después de acariciar con una lágrima el jarro roto que es la vida desde el lunes hasta el lunes, se sospechó con raíces y se bebió el olvido de su parte de abajo, así que tobillos arriba acumuló savia con toda la flor que implica y con ramas en los codos y quietudes en la frente. Otra vez, apoyado sobre uno, soñó que era un árbol. Ese que sintió su nuca y pensó qué bueno qué bueno ser humano con patas para ir a vivir hasta que llegue el lunes y acariciar con una lágrima el jarro roto que sería la vida y con la risa que estaría arrugada por el viento, llegar con sed de qué a algún campo y acostarse a descansar, y soñar, apoyado sobre un árbol.